Sobre nosotros

Mercedes Felipe García Rodríguez

Mercedes García Rodríguez

Después de dedicar casi toda mi vida al patronaje y la moda, un viaje por Centroamérica y Sudamérica, trabajando en fincas ecológicas, hizo que al regresar a la isla fuese más consciente del valle tan especial en el que nací.

Fue ahí que quise hacerme cargo de un trocito de tierra para aprender todo lo necesario e impreganarme de los conocimientos de mi padre.

Tras leer muchos libros sobre soberanía alimentaria, permacultura, biodinámica, método Jadam, etc., decidí empezar a experimentar y aplicar lo aprendido. Después de esto, y teniendo un manejo más o menos claro de una viticultura sostenible, llegó el querer elaborar vinos con el mismo propósito, vinos donde se respete y se ponga en valor la materia prima y todo lo que hay detrás de cada racimo de uva y, con esto, tratar de continuar un legado, no dejar perder la tradición del cordón trenzado (método de conducción de la vid en el valle de La Orotava) y el esfuerzo de nuestro padre.

Séfora Felipe García Rodríguez

Séfora García Rodríguez

1990, mi año. Un año que nos trajo el fin del sistema de segregación racial y la guerra Fría, el primer animal clonado, el boom económico del puntocom y el hechizo de Harry Potter.

Soy la más pequeña de cinco hermanos y aunque la diferencia de edad entre nosotros no dejó que compartiéramos las aventuras de la niñez, crecí enriqueciéndome de cada uno de ellos y compartiendo sobremesas de conversaciones absurdas para una niña en aquel entonces.

En el año 2015 me gradué en Magisterio de Educación Infantil y pronto tuve la suerte de trabajar, durante varios años, como maestra. Compaginé durante mucho tiempo mi profesión con mi pasión, cuidar y atender el negocio de mi madre. Una tienda familiar que a vista de la gente oferta diferentes productos para el desarrollo de nuestro día a día pero que para mí, es mucho más que eso. Es constancia, esfuerzo, recuerdos de la infancia, amor y familia.

Tiempo, poco. Pero aun así hacía malabares para ayudar a mi padre en un terreno agrícola donde predominaba la vid. Allí se paraban las horas y disfrutaba de las anécdotas e historias que él me contaba y además, me servían como terapia para sobrellevar las diferentes situaciones que se me iban presentando en el camino de la vida. Y aquí sigo, pero ahora junto con mis hermanos Felipe y Mercedes, además de nuestro padre, poniendo en marcha un pequeño proyecto común de bodega y que se ha convertido en Bodega Finca Marañuela.

Juan Felipe García Rodríguez

Juan Felipe García Rodríguez

Nací en 1973. Me crie jugando a la pelota en calles de tierra por las que apenas pasaban coches.

Conocí la televisión en blanco y negro en un tiempo en el que existía un único canal, y en la que una simple bicicleta era un producto de lujo.

Una época en la que apenas había ordenadores, una época en la que no había Internet, ni teléfonos móviles. Sobreviví a la EGB y a sus maestros de coscorrón y bofetón, a los camiones cargados de hojas de tabaco camino del secadero que había cerca de mi casa, a los que perseguíamos a la carrera para robar algunas hojas aún verdes, y que tan celosamente guardábamos como si del mayor de los tesoros se tratase.

Sobreviví a los carros de rodillos sobre los que nos lanzábamos, inconscientes y sin miedo, por las inclinadas cuestas de mi barrio. Sobreviví a los tirachinas, a los coches de cinco plazas en los que viajábamos ocho o más ocupantes sin cinturón de seguridad alguno, a las motocicletas en las que nos desplazábamos hasta tres personas sin casco.

Me diplomé en Turismo por la UNED. Desarrollé mi carrera en el sector hotelero durante doce años, donde fui víctima de la quiebra de la Nueva Rumasa de José María Ruíz Mateos. Di el salto entonces al sector de agencias de viajes, trabajando varios años en agencias minoristas y mayoristas, además de algún que otro touroperador, hasta que una doble trombosis, en un principio, y el coronavirus, posteriormente, pusieron freno a mi carrera profesional en el sector turístico. Fue así que allá por el mes de febrero de 2021, junto con mis hermanas Mercedes y Séfora, además de nuestro padre, decidimos poner en marcha un pequeño proyecto común de bodega basado en la producción de vinos 100% naturales, elaborados con uvas procedentes de nuestra finca cultivadas de manera totalmente orgánica, dando lugar, de esta forma, a lo que sería el germen de lo que se ha convertido en Bodega Finca Marañuela. De este modo, partiendo de la base de las prácticas de viticultura regenerativa llevadas a cabo por nuestro padre durante años, y con sus enseñanzas, es en el mismo año 2021 cuando decidimos dar un paso adelante y empezar a producir entre los 3 hermanos nuestros propios caldos naturales.